Durante las vacaciones de verano, la estudiante de último año Dayana Sánchez Camarillo transformó su amor por el arte en una forma de autoexpresión, agregando seis tatuajes en menos de tres meses. Cada diseño tiene un significado personal que refleja su crecimiento, creatividad y conexión con su familia.
Su primer tatuaje, ubicado sobre la rodilla derecha, dice “mañana será bonito”. Se lo hizo durante una visita al estudio de tatuajes con su mamá.
“Fui con mi mamá a una de sus citas y terminé haciéndome mi primer tatuaje”, dijo Sánchez. “Acompañé a mi mamá un día y me lo hice. Para mí simboliza que siempre hay una oportunidad para la esperanza.”
Poco después, añadió un sol en el brazo derecho, encima del codo. Es otro diseño compartido con su mamá, quien eligió una luna.
“Ella siempre decía que yo era su rayo de sol cuando era niña”, comentó Sánchez. “Simplemente tenía sentido que yo me tatuara el sol y ella la luna.”
Sus otros tatuajes incluyen un grupo de libélulas rodeando el sol —que representa a los amigos y familiares cercanos que la acompañan día a día—, una araña viuda, u

na flor y el año 1989 en la parte interna del brazo, una fecha con significado familiar.
Cuando el asesor de periodismo David Stevens vio a Sánchez entrar al aula, se quedó sorprendido. “Me sorprendió verla con ellos”, dijo Stevens. “Pensé que eran falsos y que había perdido una apuesta.”
Para Sánchez, cada tatuaje es más que tinta: es identidad.
“He estado dibujando sobre mí misma desde que pude sostener un bolígrafo”, dijo. “Ahora siento que mi cuerpo es una galería de arte andante. No planeo cubrirme por completo, pero sí quiero al menos tres más. Son como mis accesorios permanentes.”
Mientras se adapta a su nueva apariencia, Sánchez dijo que sus tatuajes le recuerdan cada día quién es y cuánto ha crecido.
